De músico, poeta y loco todos tenemos un poco, se suele decir a la menor provocación. Yo agregaría que algunos tenemos también algo de albañil: resabios de animal arcaico y sicalíptico, resonancias de obsenidad verbal e incontinencia copulatoria.
Será el sereno, pero prefiero mil veces esa expresión de asumida vulgaridad (esa dignidad premoderna) a la deshonesta e hipócrita corrección política. Pocas cosas me parecen tan execrables como las expresiones de falso y delirante multiculturalismo cuya agenda hemos abrazado cual perros policía pro bono.
Sea de ello lo que fuere y haiga sido como haiga sido, dejo constancia de esa ternura de artesano de la construcción devenido en arquitecto de metáforas lascivas, es decir: de albañil en celo.